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Sin agua el vaso del Cárcamo

Vayamos de la mano de un personaje que nace en 1886 y que a través de su trayectoria nos llevará por la historia de México, de la Ciudad, del arte y de la infraestructura hidráulica.

 

La inquietud y el talento de un niño guanajuatense que se formó en la Academia de San Carlos desde los doce años de edad, en 1898, dejó con el paso de los años una huella histórica en edificios públicos de esta ciudad.

 

"El artista es siempre la expresión del pueblo del cual trabaja", reflexionó el artista Diego Rivera.

 

Motivado por su mamá, María del Pilar Barrientos, el joven aprendiz es reconocido por su talento y a la edad de 15 años (1901) recibe una beca de 20 pesos mensuales al amparo del gobierno de Porfirio Díaz.

 

Diego formó parte del grupo denominado Savia Moderna. Fue en la Academia de San Carlos donde convive y aprende de pintores como Santiago Rebull Gordillo, José María Velasco, Saturnino Herrán, Joaquín Clausell, Gerardo Murillo (Dr. Atl) y José Clemente Orozco.

 

Posteriormente recibe una beca del gobernador de Veracruz para estudiar en Madrid en el taller de Eduardo Chicharo. Conoce a algunos integrantes de la generación del 98 y se hace amigo de los hermanos Baroja, también de Ramón Gómez de la Serna y de Ramón del Valle-Inclán. Amplia sus facultades intelectuales y se forma un criterio propio de su entorno, de la realidad que lo compromete con el acto de pintar, con la pintura, con una interpretación crítica y didáctica de su forma de ver el mundo.

 

Durante su estancia en el Viejo Continente el realismo español, el sintetismo y el impresionismo son experiencias y conocimientos que forman al artista. Observa las obras de Seurat, Cézann, Gauguin, Rousseau y Renoir. Hasta profundizar más en Brueghel y Botticelli, Miguel Angel, Rafael y el Renacimiento. Hasta conseguir una técnica propia para pintar murales al fresco.

 

A su regreso a México el secretario de Educación, José Vasconcelos, lo invita a pintar el Anfiteatro Simón Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria (1922); al año pinta en los corredores de la Secretaría de Educación Pública (1923-1928); por esas fechas inicia otro mural en el casco de la ex Hacienda de Chapingo (1926- 1927) sede de la Escuela Nacional de Agronomía; los encargos no cesan y le piden decorar el salón del Consejo del Departamento de Salud (1929-1930); también lo hará en Palacio Nacional (1929-1935 y 1944-1945) y en el Palacio de las Bellas Artes (1934); en el hotel del Prado (1947-1948), edificio que se cayó con el sismo de 1985 y que daría por resultado el Museo Mural Diego Rivera que se encuentra a un costado de la Alameda Central.

 

La obra de Diego Rivera, la expuesta en espacios públicos, incluyen sus escultopinturas ubicadas en el estadio de la Ciudad Universitaria; en la fachada del teatro de los , y en la fuente a Tláloc frente al Cárcamo en la 2da. sección de Chapultepec.

 

Es el Cárcamo de Dolores, un lugar propio y particular, escondido entre el segundo Lago del Bosque de Chapultepec y el Museo de la CFE, literalmente frente al Papalote Museo del Niño, pasando la toma de agua, subiendo las escaleras y cruzando cuatro amplias explanadas que hoy sirven de canchas de futbol y que en realidad son tanques artificiales de agua.

 

Ahí dentro del Cárcamo de Dolores, atrapado por el tiempo naufragó el mural Agua el origen de la vida (1946-1951), que probablemente es una de las obras menos conocidas del pintor así como una de las últimas.

Si uno desea profundizar en los secretos de cómo se elaboró el mural será conveniente buscar algunos libros del que podemos recomendar Diego Rivera. El agua, origen de la vida, escrito por Claudia Ovando (UIA, 1994).

 

Diego Rivera a través del mural sumergible El agua, origen de la vida explora las interpretaciones del científico ruso Alexsander Oparín sobre la evolución de la vida en la tierra, además de señalar las teorías sobre el origen de la especie Homo Sapiens en Africa y su trayectoria al continente asiático.

 

El mural contiene referencias a su hija Ruth; a la lucha de clases y su derecho al agua; a los sapos y a Frida; y sin duda a la deidad Tláloc, al maíz y la ciudad de Tenochtitlán. Una pieza que nos sorprende por su carga de simbolismo y por su intención monográfica y didáctica sobre el origen de las especies a partir de los primeros organismos protocelulares como los aminoácidos.

 

El Cárcamo de Dolores es la obra hidráulica más importante en la ciudad del siglo XX, infraestructura que desemboca en cuatro pozos de agua que mandó construir Porfirio Díaz con asesoría de ingenieros franceses. Con un estilo funcionalista fue diseñado el edificio del Cárcamo por el ingeniero Ricardo Rivas quien invitó a Diego Rivera a realizar el mural con una característica particular, hacerlo dentro de la boca del vaso regulador del Cárcamo por donde pasaría el agua, así, el mural quedaría sumergido en el agua cristalina que provenía del Rio Lerma a la ciudad de México. El Cárcamo de Dolores fue terminado en el año de 1951.

 

Meses antes de morir, en el año de 1957, Diego Rivera externo su preocupación por el estado en que se encontraba el mural. Dos terceras partes del mural se habían desvanecido con el paso del agua. La pintura BKS-92 no soportó la fuerza del Río Lerma que fue entubado a lo largo de 62 kilómetros con una capacidad para transportar seis metros cúbicos por segundo. En el año de 1956, el periódico Excelsior, publicaba: "El agua acabó con la gran obra de Diego Rivera". Cinco años después de terminada la obra, la pintura había sido un fracaso, el mural se cubrió de moho y lama, una parte se desquebrajó.

 

Actualmente, es a través del río Lerma que ingresa el 30 por ciento del total del agua que abastece a la Ciudad de México. Sin embargo, desde el año 1992 el agua no pasa más al vaso del Cárcamo porqué fue desviada para restaurar la obra de Diego Rivera. Los trabajos de restauración los inicio el INBA (Instituto Nacional de bellas Artes) a través de Teresa Hernández. Para su remodelación, del entorno exterior, se invitó al arquitecto Alberto Kalach quien emplazó un mirador piramidal que sirve como ágora frente a la escultopintura de Tláloc. Además de la intervención del artista Ariel Guzik quien instaló la Cámara Lamndoma, instrumento complejo que interpreta el estado del tiempo en música.

 

La recuperación de este mural constituye uno de los ejemplos mas notables del rescate patrimonial que se ha realizado en fechas recientes. Actualmente, el Cárcamo de Dolores es administrado por el Museo de Historia Natural, que a su vez está a cargo de la secretaria del Medio Ambiente del gobierno local y desde el mes de diciembre del año 2010, este espacio está abierto al público de martes a domingo de 10 a 16 horas.

 

"La obra más personal de Rivera surge ante la necesidad sentida de hacer un arte para el pueblo; al declarase defensor de la justicia social; y se expresa en grandes alegorías con detalle anecdótico; en formas decorativas; maravillosamente organizadas; que junto con la erudicción y el inevitable idealismo; tiene por finalidad, pues, transmitir un nuevo sentido de la vida al pueblo por medio de una bella expresión", nos narra Justino Fernández en su ensayo Arte Moderno y Contemporáneo compilado en México y la cultura de la serie Juan de Asbaje (1946).

 

Dentro del Cárcamo hay una placa que dice:

"Estados Unidos Mexicanos, Departamento del Distrito Federal, obras para la provisión de agua potable para la Ciudad de México, sistema del Lerma. Estas obras se iniciaron en el año de 1942, siendo Presidente de la República el C. Gral. Manuel Ávila Camacho y el Jefe del Departamento el C. Lic. Javier Rojo Gómez y fueron terminadas el año de 1951, siendo Presidente de la República el C. Lic. Miguel Alemán y Jefe del Departamento el C. Lic. Fernando Casas Alemán"

Página sin fines de lucro.

 

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